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jueves, 13 de septiembre de 2012

Crecer

        Yo conocía a esa niña, a esa pequeña nena, que jugaba todo el tiempo. Que cantaba, bailaba, se reía siempre. Tenía un largo ruloso pelo negro, y con unos raros ojos verdes. Se dice que vivía siempre sonriendo. Me extraña que no sea tan así actualmente. Cuando quería, podía ser muy elocuente y ocurrente con lo que decía, y más de una vez le sacaba una sonrisa a alguien, ya sea sus buenos padres o cualquier extraño que la viese. De chica no tenía grandes ambiciones para su futuro. El primer oficio que un niño responde cuando se le pregunta qué quiere ser de grande es usualmente veterinario. Ella quería ser doctora. Luego, como cualquier otra persona de su edad,  se le ocurrieron 7 distintas carreras para seguir.
         Seguió una etapa en la que quería ser quimiquista. Sí, leíste bien, no me equivoqué al escribir. Ella decía que si uno estudia la química, no puede llamarse de la misma forma, entonces decidió que iba a ser quimiquista.
         No recuerdo cómo siguió después la historia. Supongo que aquella pequeña fue creciendo, y cambiando, a su ritmo, de gustos, juegos, carreras. Cuando tuvo unos aproximadamente 12 años, decidió que se iba a dedicar a la cocina, a la pastelería para ser más exacta. Quería cocinar y hacer esas magníficas tortas que siempre veía en la tele o revistas. Decorarlas dulcemente y con ese amor que le ponen algunas personas a lo que cocinan para que todo sepa mejor.
        Siguió creciendo, definitivamente no era la misma que antes. Había crecido de golpe. Se había caído unas cuantas veces, y se había levantado otras. Ya no hacía lo mismo que antes. Ya no sonreía tanto, no sé por qué, y creo que ella tampoco. Los desgastes del tiempo se le empezaban a notar cada vez más, y eso que era joven todavía, demasiado diría yo. Había madurado, pero solo un poquito. Todavía le faltaba mucho camino por recorrer, y ella lo sabía perfectamente, sin embargo, a veces, concientemente perdía el tiempo en pequeñeces.
        Luego descubrió algo que quizá la haya cambiado bastante. La hizo ver todo desde nuevas perspectivas. Empezó a leer, y a instruirse sobre cosas que le gustaban. se podría decir que empezó a descubrirse a si misma. Ya había llegado a la tan esperada adolescencia. Se empezó a preocupar por distintas cosas, hizo otras nuevas, cambió y definió sus gustos. Se dio cuenta de que ya no quería ser cheff, tenía en claro que no quería ser eso, pero todavía no sabía lo que quería seguir.
       Ya estaba en 4° año. Hace tiempo que había comenzado a escribir, ya sea para descargarse o por puro hobbie. Ya estaba en polimodal, era toda una señorita. En el colegio le iba bien, nunca le había ido mal, era buena estudiante, tenía sus problemas particulares, de concentración y organización. Le costaba concentrarse y no distraerse, y eso hacía que le costara hacer sus tareas. Pero así era ella, atolondrada, distraída y torpe. Ese mismo año tuvo una materia llamada Psicología. Al principio le pareció lo más aburrido del mundo. Luego, le encontró la vuelta y le fascinó. Le gustaba aprender cosas sobre las personas, ya sea pensamientos o personalidades, eso la ayudaba a entender mejor a la gente, y un poco a si misma.
      Un día a la salida de gimnasia, estaba caminando por una plaza y un joven la para y le pregunta si era de ese lugar. Ella responde que sí, que estudiaba allí en la facultad. Ni ella supo por qué había dicho aquella traviesa mentira. El chico le preguntó qué estudiaba, y ella inmediatamente contestó Letras. Fue lo primero que se le vino a la cabeza. Bueno, en fin, el chico quería vender no sé qué libros religiosos. Ella estaba apurada, así que le dio las gracias y se inventó una excusa para irse. Ese día no lo pudo olvidar, le quedó grabado. Ella estaba segura de que quería seguir Psicología, no tenía en sus planes estudiar letras, y sin embargo eso fue lo que dijo, su subconsciente le jugó una mala pasada. Por algo dijo Letras y no Psicología.
     Desde ese entonces no mucho a cambiado. Ella sigue con la duda, pero creo que va por el camino seguro, Psicología. Ya le falta un año para terminar sus estudios, y no se siente lista. Mira hacia atrás, y piensa que el tiempo se le pasó volando, no puede creer lo grande que está. Se la ve asustada, a veces demasiado. Pero qué puedo decir yo, solo soy un espectador en su vida, un simple autor de hechos diversos. Retomando, la veo con miedo a seguir adelante. Tiene miedo a crecer, a terminar una etapa de su vida, no se siente lista, no cree ser lo suficiente fuerte para afrontar el mundo ella sola. Porque sí, yo la  veo así, y la siento sola. No quiere aceptar la cruda realidad, de que no es la misma, ya no es más aquella chiquita que revoloteaba de acá para allá. Lo peor es que ella lo sabe, lo sabe muy bien, pero como ya dije antes, no quiere ver. Y bueno, yo le deseo lo mejor. Yo sé que ella tarde o temprano va a encontrar su camino, y va a triunfar. Lo único que le digo, es que sea fuerte. Todavía falta mucho que recorrer. Mucho que ver y conocer. Así que dale Valeria, ponete las pilas, secate las lágrimas, y andá, viví la vida, que es corta y larga a la vez.