Vistas de página en total

martes, 27 de noviembre de 2012

La sensación

       Existe una sensación, única en su clase. No muchos la han experimentado y es difícil encontrarla. Cuando pasa dura poco, es un momento. Todo el mundo la busca, hay personas que nunca la sintieron. Muchos mueren intentando encontrarla, todos hablan y dicen, algunos sin conocerla, que es larga, que te hace ver las cosas de otro modo, que es la mejor sensación que uno puede vivir. Pero no todo eso es verdad.
      Hay que esforzarse mucho para conseguirla, algunos dicen que no vale la pena tanto trabajo para una sensación de 5 segundos. Pero no es así, el que quiere experimentarla sabe lo que hace y por qué lo hace. Cuando uno trabaja mucho para conseguir algo, cuando alguien estudia demasiado para un examen  cuando uno llega a un lugar al que creía inalcanzable, o cuando está finalmente con la persona indicada. Al final de todas estas acciones, lo que uno consigue es la sensación de felicidad, o a veces la sensación de sentirse completo. Cuando uno logra lo que quiere, cumple metas, o recibe algo beneficioso a cambio de todo el esfuerzo que hizo, se siente bien, feliz. Es una felicidad que no perdura, pero que si se puede repetir, cada vez que uno quiera y pueda sentirlos.
     No es lo mismo no esforzarte y conseguir algo, eso no te da un momento de felicidad, o quizá si, pero no es genuina. Te da una alegría momentánea. En cambio, si logras lo que te proponés  con mucho trabajo, te hace sentir bien, con vos mismo, con el resultado, con todo. Te sube el autoestima, te sentís mejor. Sí, solo dura unos segundos, pero la sensación es genial. Te da ganas de vivir, de seguir intentando, de cumplir con las cosas, para poder sentirte satisfecho y estar feliz, tan solo por un momento, con uno mismo.

viernes, 23 de noviembre de 2012

The lousy truth

    No lo puedo evitar, siempre fue así, lo es ahora y lo será cada vez que mire sus ojos. Son de esas cosas que uno no puede evitar. Por fin descubrí que podía vivir sin pensar en él. Me olvidé de él, finalmente. Me resigné? La verdad no lo sé, supongo que sí, me rendí. Y está muy bien, ya que esas cosas hacen mal, seguir en un mismo círculo que te hace volver siempre al mismo lugar, ese al que no querés ir.
     Pero así sin pensarlo, pasó. Lo miré directo a los ojos, esos ojos que me matan suavemente, aquellos a los que nunca les pude, ni les puedo decir no. Lo miré y recordé por qué me gustaba, por qué lo quería a pesar de todo. Y él me miró también, de una forma que no mira a otros, de una manera que solo la usa conmigo. Dios sólo sabe por qué. Recordé,  lo recordé. Y me puse a pensar, inevitablemente, no me arrepiento de nada. Pero siempre me voy a quedar con las ganas de decirle algo, lo que siento quizá. Nunca lo dije, y no creo que lo haga nunca. Supongo que estoy esperando el momento correcto, o eso es lo que yo quiero creer. O solo tengo miedo de que él me diga que no siente lo mismo, y yo sé que eso es lo que me va a decir. Lo sienta o no, nunca me va a decir la verdad. Siempre me va a dejar con la duda, la incertidumbre. Y es inevitable e incorregible, porque él es así, no va a cambiar y quizá yo tampoco quiero que lo haga.
     Lo odio, y a la vez no. Es el culpable de la mayoría de mis heridas. Pero también es responsable de unas cuantas sonrisas. Por él, he escrito muchas cosas, me he inspirado. Algunas cosas me gustan, y otras no. Si tan solo lo supiera. Supiera que él es la causa y el protagonista de muchas historias. Qué diría? No lo sé, pero para mí es romántico. No es intencional, me sale escribir sobre él. No, no estoy enamorada, lo juro. Pero él tiene ese no sé qué que me puede. Que suerte, lo estoy olvidando, tarde o temprano va a terminar siendo solo un mal recuerdo, de una mala época.

Realidades ficticias

      Ilusiones y fantasías me dicen qué decir y qué hacer. Me dicen cosas que no quiero escuchar. Me hacen ver cosas que no deseo ver. Todo es ficticio, no existe. Ese mundo no es realidad. Y la realidad, no la quiero ver. Pensamientos se amontonan en este pequeño cerebro, se terminan mezclando, y me hacen confundir todo. Solo quiero escaparme. No quiero tener que hacer todas las cosas que hago, ni ver todas las cosas que veo, ni aceptar las cosas con las que no estoy de acuerdo.
       No quiero decir que si a las cosas que deseo decir no. Y viceversa. Quiero dormir. A veces eternamente. Últimamente todo me deprime,  soy yo? es el mundo? la vida, tal vez? No lo sé, lo que si sé es que estoy harta de todo, del mundo que me come de a poco con su magnificencia. De la vida, que a cada minuto quiere que decida cosas difíciles a las que no sé qué responder, o no estoy lista para hacerlo. Y especialmente estoy harta de mí, de ser siempre la misma, supongo.
    A veces me despierto en la noche, o incluso a la mañana y ruego por seguir durmiendo. Ya que sueño cosas hermosas, seres bonitos, historias buenas, situaciones positivas. No quiero despertarme cuando puedo soñar todo eso. No quiero despertarme y que la realidad me golpee fuertemente. El problema es que luego, confundo lo que soñé con lo que pasó de verdad. Me acuerdo de todo, y sólo me queda rogar para que algún día pase lo que yo quiero.


Ya sólo me queda,
la vacía pena
del viajero que regresa.
Estoy tan perdido,
soy la asesina de
de tantas primaveras.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Million dollar man

          Era 1975, había un bar viejo, al que la gente iba a mirar shows de cantantes poco conocidos, pero buenos. Se decía que allí iban empresarios importantes. Todas las noches había una banda diferente. Algunos días tocaban rock, en sus diferentes categorías melódicas, otros días pasaban indie o contemporáneo. El lugar era medianamente chico, tenía una decoración bohemia, luces bajas, cuadros en toas las paredes. Habían unos sillones antiguos pero cómodos ubicados al lado de la pared. Una barra larga y llena de distintas botellas que contenían licores añejos exquisitos. El barman era un hombre de unos 60 años, tez morena, ojos oscuros, un poco excedido de peso. Todo el mundo allí lo conocía, ya que trabajaba en el bar hacía 30 años.
        Las personas que concurrían al bar eran siempre las mismas. Estaba el borracho de siempre, que se ponía a hablar con todos, diciendo incoherencias. El serio, que iba solo para acompañar a sus amigos. El artista, que se ponía en una esquina a retratar a los personajes que veía allí dentro. Y estaba el solitario, que iba a ahogar sus penas en el alcohol, pero que nunca se lo vio ebrio. Siempre mantenía su cordura, y se iba al final de la noche cuando todos se habían ido, solo quedaban él y el barman que cerraba el bar. Él era un empresario exitoso, era simpático y todos le querían. Era solitario, cosa que a veces le jugaba en contra. En el bar, no hablaba ni hacía nada con nadie.
       Una noche, este hombre había ido al bar con un propósito especial. Quería ver a una mujer que iba a cantar ese día. Cuando la anunciaron, todos ovacionaron su presencia. subió al escenario, con un vestido rojo largo precioso. Estaba peinada de manera tal que su larga melena le caía por los hombros a la cintura naturalmente. Casi no tenía maquillaje, solo se había pintado los labios de un rojo carmesí. Ella era alta, delgada, con ojos marrones, y una extraña mirada perdida. Parecía una mujer abandonada, sin vida. El único motivo que le daba a la vida era el de cantar. Tenía una voz rara pero linda, suave y antigua. Empezó a cantar.
              [You said I was the most exotic flower. Holding me ticht in our final hour...]
             [Dijiste que yo era la flor más exótica. Sujetándome fuerte en nuestra hora final...] 
       Cuando cantaba, el bar parecía otra cosa, todos estaban escuchándola con atención. Nadie decía nada. Los hombres pensaban en halagos para decirle cuando finalizara la canción. Las mujeres la miraban con celos y envidia, sabían que nunca podrían ser como ella. Y él, el hombre solitario con un vaso de whisky en mano, la miraba hipnotizado.
              [I don't know how you convince them and get them, boy. I don't know what you do, it's unbelievable...] 
            [No sé cómo los convences y los obtienes. No sé lo que haces, es increible...]
      Ella seguía cantando, sintiendo la música y lo que cantaba, una canción de amor. Miraba a todos y a nadie a la vez, veía rostros vacíos  hasta que lo vio. Se miraron mutuamente por un minuto, que pareció una eternidad.
     Ellos se conocían, habían sido amantes en una época. Pero su amor terminó tan rápido como la canción que ella cantó esa noche. Él era un hombre bueno pero ocupado, obsesionado con su trabajo, el cual lo consumía. 
                 [You've got the world, but baby, at what price?...] 
                [Tienes el mundo, pero cariño a qué precio?...]       
      Ella le quería, pero no aguantaba ese defecto. Así que él decidió separarse, cosa que los devastó a los dos. Esta cantante se volvió fría y amarga. Y él, tuvo que tomar una decisión y eligió su trabajo.
            [One for the money. Two for the show. I love you honey. I´m ready, I'm ready to go...] 
           [Una por el dinero. Dos por el show. Te amo cariño. Estoy lista, estoy lista para ir...]
     Luego de un tiempo, el hombre entendió que había cometido un gran error, y empezó a ir al bar todos los días, a esperarla. Hasta que ese día la vio.
     Los dos seguían mirándose  incluso cuando ella ya había terminado la canción. Ella se retiró del pequeño escenario en donde estaba, y fue directo a la mesa en la que sentado, esperándola, estaba él. No sé dijeron ni una palabra. Los dos se conocían, y no era necesario decir nada. Se miraron y entendieron qué era lo que quería cada uno. Se querían, estaban destinados a estar juntos, y lo sabían. Entonces él se paró, la tomó suavemente por la cintura, y le dijo:
- Te amo.
    Ella sonrió y le dio un beso en respuesta.
         [I don't know. You're screwed up and brilliant. You look like a million dollar man. So why is my heart broke?...]
        [No lo sé. Estás jodido y eres brillante. Luces como un hombre de millón de dolares. Si es así, por qué está mi corazón roto?...]


  Canción original: Lana del Rey - Million dollar man.
http://www.youtube.com/watch?v=lM7O4cXuZuc


            

jueves, 1 de noviembre de 2012

Aguafuerte


     El tiempo pasa, rápido y lento a la vez. Todos lo valoramos de diferentes formas. Algunos no le prestan mucha atención. El tiempo pasa y se lleva la vida consigo. Esa vida que es distinta en todos y cada uno.
     Algunas personas que pasan por la calle, van caminando, con cierta dejadez y pesadez en su cuerpo. Caminan lento y como rendidos. Como si hubieran perdido una batalla, aquella que todos quieren ganar.
     Otros pasean, miran y observan todo. Miran el suelo, irregular. Notan plantas por ahí, y algunos brotes entre las grietas del suelo. Sacan fotos, a veces a todo lo que ven, algunos de ellos son turistas. Van tranquilos, sin apuros, tratando de guardar en su memoria todo aquello que ven.
      Otros van apurados, casi trotando. Se llevan puesto todo a su paso, sin importar si se chocan con alguien o si sin querer hacen caer cosas. No ven por donde caminan, y entienden poco hacia donde van. Parecen robots, yendo de un lado al otro. Fríos y calculadores.
      Hay personas que van tranquilas, pero que no entienden mucho lo que pasa. Ven y observan todo, quizá demasiado  Pero les cuesta discernir entre lo que realmente ven y lo que desearían ver. Quizá me incluiría en esa categoría de personas andantes. Con el único detalle de que lo que veo, allí sentada en una vereda, una plaza o fuente, lo plasmo en un papel. Para contarlo al mundo, a alguien, a todos, a vos.